Nociones de Trabajo y Relaciones laborales
El trabajo como una potencia natural del cuerpo que se efectúa en
un entramado relacional.
“Sí, gracias a Dios tengo trabajo”.
El trabajo
Partimos de una definición del trabajo muy sencilla: el trabajo es
una potencia humana natural de transformación de la realidad. Una
potencia, algo que el cuerpo puede -algo que podemos, y en este
sentido puede decirse un derecho. Una facultad, inherente al cuerpo,
de transformación -consciente- de la realidad1.
No hay nadie que no tenga esta potencia natural. Cortar las ramas de
un arbusto para hacer espacio, tallar una piedra y convertirla en
herramienta, cocinar tubérculos y convertirlos en alimento, reparar
una licuadora, poner un foco de luz, barrer un piso, transmitirle a
alguien una información...
Esta definición básica ya permite cuestionar algunos lugares del
sentido común, o de la gramática dominante sobre el trabajo. Por
ejemplo, ¿por qué en los clasificados y en los discursos comunes
las “ofertas” de trabajo las hacen las empresas? ¿Por qué se
dice que una empresa da trabajo?
En rigor, los que dan trabajo son los trabajadores, y las empresas lo
toman. O bien, ¿por qué experimentamos la vida laboral con un fondo
siempre de -más o menos- terror en la nuca por su falta, por qué se
le agradece a Dios “tener” trabajo?, en fin, ¿cómo es que
experimentamos como falta y carencia aquello que es una potencia
natural de nuestro cuerpo? ¿Por qué se siente denigrante buscar
trabajo en el diario? Porque el lenguaje ahí miente, miente y nos
sojuzga: buscamos un lugar donde trabajar; en realidad, ofrecemos
trabajo. Las empresas no dan trabajo, toman trabajo. Los trabajadores
somos los que damos trabajo.
Si lo que es una potencia
inherente del cuerpo
llega a experimentarse no como una potencia de nuestra que ofrecemos
poner en algún lado, sino como algo de lo que carecemos, que nos
falta, y necesitamos que alguien nos dé (gracias Dios!), es porque
esa potencia natural la tenemos enajenada. Lo
inherentemente nuestro se ha vuelto ajeno.
Si el trabajo es vivido como
potencia inherente del cuerpo, se lo vive de una manera, se abre una
experiencia afectiva, anímica determinada; si, en cambio, es vivido
como una carencia, que aún cuando está “cubierta” nos amenaza
con su ausencia, como un aliento gélido de miedo en la nuca, se abre
una experiencia anímico-afectiva totalmente distinta. Si el trabajo
es algo nuestro, inalienable, o si en cambio es algo que nos amenaza
con su falta, todo cambia: lo que podamos pensar que somos capaces,
lo que deseamos, lo que aspiramos, el modo en que concebimos a los
otros...
Las relaciones laborales
Sucede que si el trabajo es una
potencia natural del cuerpo, no se efectúa si no es situada en unas
condiciones determinadas. La potencia del trabajo se efectiviza
siempre en un entramado de relaciones2.
Ese entramado de relaciones constituye las relaciones laborales. Y
tiene al menos dos grandes dimensiones: la dimensión local, y más
inmediata, su dimensión propiamente situada, y la dimensión epocal,
histórica.
Ese entramado de relaciones a su vez
se regula según algunas pautas. Tiene reglas. Las reglas no tienden
a emparejar o igualar la vida laboral de cada quien. Por ejemplo,
algunos tienen derecho a no trabajar, mientras que otros reciben una
dura condena social por no trabajar. Eso no habla de una ruptura de
la regla sino que es la regla misma: la regla lo que hace es
diferenciar qué derechos tiene cada quién, qué puede cada quién.
Y estas reglas no solo son normas formales, explícitas, sino que
también hay reglas implícitas, reglas de hecho (por ejemplo, las
reglas del machismo, que da más derechos a los varones y menos a las
mujeres). Reglas legales, y
reglas fácticas (de hecho).
Hay algo del entramado relacional donde se inscribe nuestro trabajo,
entonces, que hace que se nos vuelva ajeno -enajene- una potencia
corporal natural.
A través de las reglas que ordenan
el entramado relacional donde se efectúa la potencia natural del
trabajo, se organizan, pues, relaciones de poder. El trabajo organiza
jerarquías, derechos diferenciales, etc; es una instancia donde hay
intereses cruzados, contrapuestos, tensiones, o, en una palabra,
conflicto. Así pues, las relaciones laborales constituyen una
materia política en sí misma.
Esas reglas, que distribuyen
derechos en forma desigual (algunos pueden algunas cosas, otros
otras...) son, a su vez, variables, mutables: pueden desplazarse,
modificarse. Están sujetas a tensiones. Están atravesadas, en este
sentido, por una dimensión de conflicto.
Esta es la tercera dimensión de las relaciones laborales, entonces:
una dimensión situada (inmediata), una dimensión histórica (de
contexto más amplio), una dimensión conflictiva.
1Animal
que habla, animal que juega, animal que ríe: definiciones del ser
humano. Animal que trabaja, homo faber. El
humano se puso de pie y las manos aparecieron casi como una
herramienta. Capaz de agarrar las cosas, y sustraerlas de su entorno
de origen dado. Agarrar las cosas y convertir su origen en una
“circunstancia”, o sea en algo circunstancial: modificable. Esa
capacidad prensil funda la capacidad de convertir lo dado en
circunstancial, y, también, de modificar las cosas, moverlas,
juntarlas con otras, etcétera. El trabajo se muestra, así, como
una potencia natural del cuerpo humano. Potencia que es condición
inherente del cuerpo. No hay cuerpo humano carente de esta facultad
natural, de transformar la realidad. Pero hay algo más incluso. La
capacidad de agarrar, la manipulación, al sustraer algo de su
origen “natural”, lo abstrae. Y
esa abstracción inaugura la capacidad de abstraer, que es la que
después hace aparecer las palabras. Y las facultades cognitivas,
imaginativas. Entonces, el trabajo manual y el intelectual
son dos caras de una misma potencia.
2Una
famosa y excelente cocinera argentina dijo una vez: desde
jovencita siempre supe que, mientras tuviera una cuchilla en la
mano, no me iba a faltar el trabajo. Es decir, sabía que el
trabajo era algo que forma parte de su cuerpo. Pero necesita el
cuchillo. La herramienta. Un medio para que su potencia natural
resulte efectivamente productiva. Para que la facultad natural del
cuerpo logre realizarse como actividad, necesita ciertas cosas:
tierra, materiales, máquinas, etcétera. Y sobre todo, otras
personas.
Mis cinco centavos:
ResponderEliminar"Dar trabajo" es un modismo debido a una deformación en nuestro lenguaje, las empresas ofrecen puestos de trabajo remunerados generalmente.
Salvo excepciones, todos los seres humanos somos capaces de generar riqueza en base al trabajo...Se requiere un cambio de mentalidad y empoderamiento con conocimiento y créditos en nuestra sociedad, para que haya más personas que creen trabajo y menos que busquen. Hoy la oferta laboral supera ampliamente a la demanda.....¿Por qué sucede eso ? ¿Qué mejoras , reformas, cambios o incentivos debieran proporcionarse desde el sector privado como desde el estado para que la brecha entre la demanda y la oferta se equilibre?
HOY LAS PERSONAS BUSCAN SEGURIDAD Y GRACIAS A ELLO LAS EMPRESAS APROVECHAN LA SITUACION OFRECIENDO TRABAJO SEGURO Y BIEN REMUNERADO. ESO TRAE CONSECUENCIAS FUTURAS A UNA PERSONA QUE LUEGO TRASPASA A SU GENERACION
EliminarSI LA POBLACION SE EDUCARA FINANCIERAMENTE Y DECIDIERA CREAR INGRESOS SIN NECESIDAD DE BUSCAR EMPLEOS LO HARIA GRACIAS A SU FORMACION Y ASI NO EXISTIERA TANTA BRECHA ENTRE RICOS Y POBRES
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarA MI PENSAR CREO QUE LAS PERSONAS BUSCAN UN TRABAJO EN LO POSIBLE QUE SEA SEGURO Y DURADERO,SUELDO DIGNO
ResponderEliminarMAYOR MENTE LAS GRANDES EMPRESAS SON LAS QUE SE APROVECHAN DE LAS NECESIDADES DE LAS PERSONAS Y ESO CON EL TIEMPO TRAE CONSECUENCIAS TAMBIÉN ESTO SE REPITE EN LAS GENERACIONES FUTURAS, PARA EVITAR ESAS SITUACIONES TENDRÍAMOS QUE DECIDIRNOS A FORMARNOS PROFESIONALMENTE Y FINANCIERAMENTE ASI SE EVITAN MUCHAS COSAS